Washington square tiene un punto melancólico para mí.
No me pertenece, es de otra persona, de alguien con quien
nunca compartí este espacio, pero aún así: es suyo.
La primera vez que estuve en Nueva York no pasé por NYU. Supongo que estábamos demasiado ocupados intentando ver la Estatua de
la Libertad, Times Square o Wall Street.
Pero ahora que vivo aquí, en esta realidad que aún seis meses después se me antoja sueño, Washington square está muy presente.
Pero ahora que vivo aquí, en esta realidad que aún seis meses después se me antoja sueño, Washington square está muy presente.
Cada vez que espero a alguien en ella, o simplemente aprovecho sus zonas verdes para cazar rayos de sol, se hace más mía.
Vivir en Nueva York siempre fue mi objetivo, pero siendo
sincera: nunca le puse muchas ganas. (En realidad nunca le he puesto muchas
ganas a nada, aparte de intentar ser feliz junto al mencionado poseedor de la plaza).
Ni lo intenté. Era el destino. Y por primera vez
desde que tengo memoria, sé que vivo el presente.
Es lo que tiene la Gran Manzana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario