domingo, 29 de enero de 2012

The New York smell

Hay ciudades que huelen mal, otras mejor, algunas ni huelen (esa Estocolmo!) y Nueva York, como capital del mundo que es, tiene de todo.

Los olores que te recuerdan sitios, momentos. Y a personas.

Así de primeras me viene a la cabeza, Lisboa. La capital lusa tiene un olor que me encanta y que recuerdo vivamente: entre sardina frita y parra de lila.


Los días de Navidad también huelen de una forma especial, y los Stradivarius llevan la misma colonia que mi amigo Rodri.
Y el piso de Nueva York... Nunca he vivido en un sitio que oliera mejor.


Mi compañera de piso, Juhi, es claramente olfativamente superior.

Cada habitación tiene un aroma diferente.

La cocina es mi favorita, pero puede que mañana aparezca una nueva vela aromática. 

Y me vuelva infiel olfativamente hablando.


Por ahora Nueva York huele a otoño, a geranio de jabón de aromaterapia -not kidding- cuando lavo los platos y a Japanese Quince, que sea lo que sea: me flipa.

Mi pituitaria es feliz.


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